Comprometidos con la verdad del Evangelio

Jn.1:17

...Porque la GRACIA y la VERDAD vinieron por medio de Jesucristo.

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Ven con nosotros y adoremos a Dios.

Cinco solas

Principios de la Reforma Protestante.

los Cinco 5 puntos

Doctrinas de la Gracias.

Vivir Coram Deo

Vivir en la prescencia de Dios, bajo la autoridad de Dios y para la gloria de Dios.

miércoles, 5 de octubre de 2016

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jueves, 19 de mayo de 2016

SEMINARIO PARA MUJERES

Extendemos una cordial invitación a todas las mujeres para que este 29 y 30 de Mayo participen y asistan al evento que se realizara en la ciudad de Neiva.
Tema: "Regresando al Diseño Divino" (un panorama Bíblico del diseño de Dios para la mujer de hoy)
Conferensista invitada: Diana Carolina Rojas.
Lugar: Auditorio Colegio Reynaldo Matiz
para mayor información pueden comunicarse a los teléfonos 3132100962 o al 3053122917.
IGLESIA BÍBLICA GRACIA Y VERDAD
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domingo, 27 de marzo de 2016

Sometiéndonos unos a otros en el temor de Cristo


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domingo, 20 de marzo de 2016

domingo, 13 de marzo de 2016

VIVIENDO EN EL ESPÍRITU


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lunes, 7 de marzo de 2016

Sermón del Monte: "Cuando tú des..." Mateo 6:1-4

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lunes, 29 de febrero de 2016

SERIE: "LA ORACIÓN"


SOLO CON DIOS

Mateo 6:6 “Mas tú, cuando ores, entra en tú aposento, y cerrada la puerta, ora a tú Padre que está en lo secreto; y tú Padre que ve en lo secreto te recompensara en público”

Después de que Jesús hubo llamado a sus primeros discípulos, Él les dio su primera enseñanza pública en el Sermón del Monte. Allí les expuso el reino de Dios, sus leyes y la vida del reino. En ese reino, Dios no es solamente Rey, sino un Padre. Él no solo da todo, sino que Él es todo. En el conocimiento y la comunión con Él, está la bienaventuranza. De aquí vino automáticamente que la revelación de la oración y la vida de oración, era una enseñanza concerniente al nuevo reino que Él vino a establecer.

Moisés no dio ni mandamiento ni ningún reglamento con respecto a la oración: incluso los profetas no hablan muy directamente sobre la obligación de la oración, es Cristo quien enseña a orar. Y lo primero que el Señor enseña a sus discípulos, es que ellos deben tener un lugar secreto para orar, todos deben tener un lugar solitario, en donde puedan estar a solas con Dios.

Jesucristo ya había enseñado que la adoración no está ya más limitada al tiempo, ni lugares; sino que la adoración verdadera es espiritual, es algo del espíritu y de la vida; la totalidad del hombre en la totalidad de su vida, debe ser la expresión de la adoración en espíritu y en verdad. Y Él quiere que cada no elija para sí mismo, el  lugar fijo en donde Él diariamente pueda encontrarse con cada uno en particular: pero ese lugar secreto debe contar con el silencioso tiempo.

En este lugar lo primero que necesitamos es encontrarnos con nuestro Padre. De este modo, cada pensamiento o petición que expresemos será una simple, sincera, e infantil confianza con el Padre. Esta es la forma en que el Maestro nos enseña a orar: Él nos lleva hasta la viva presencia del Padre.

“Ora a tu Padre que está en secreto”. Dios es un Dios que se oculta del ojo carnal. Si en nuestra adoración a Dios, estamos ocupados principalmente en nuestros propios pensamientos y ejercicios,  no nos encontraremos con aquél que es Espíritu, con el Invisible. Pero para el hombre que se aparta de todo aquello que es del mundo y del hombre, y se prepara para esperar solo en Dios, el Padre se revelará. Cuando el hombre deja todo y se aparta del mundo, y de la vida del mundo, y se rinde para ser guiado por Cristo hacia lo secreto de la presencia de Dios, la luz del amor del Padre estará sobre él.

“Tu Padre está en secreto”: Con estas palabras Jesús nos enseña en donde Él nos espera, en donde Él siempre será encontrado. Muchas veces los cristianos se quejas de que la oración privada no es lo que debería ser. Se sienten débiles y pecadores, el corazón está frío y oscuro; es como si tuvieran poco porque orar, y en este poco no hay ni fe ni gozo. Están desanimados y se apartan de la oración al pensar que no pueden venir al Padre como debieran o como desearían hacerlo. ¡Entendamos las palabras del Maestro! ¡Escuchen al maestro! Él dice que cuando entremos en la oración privada, el primer pensamiento debe ser: el Padre está en secreto, el Padre me espera allí. No piense en cuan poco puede usted traer a Dios, sino en cuanto más Él puede darte a usted. Solo entre en la oración, levante su mirada y busque el rostro del Señor; piense en Su amor, en su maravilloso, tierno y comprensivo amor. Solo dígale cuan pecador, cuan frío y oscuro esta todo: es el amoroso corazón del Padre que le dará luz y calor al suyo. 

Haga lo que Jesús dice: Cierre la puerta, y ore al Padre que está en el secreto. ¿No es maravilloso? Ser capaz de estar a solas con Dios, con el Dios infinito. Y luego mirar hacia arriba y decir ¡Padre mío!
“Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensara”.  Aquí Jesucristo nos muestra y nos asegura que la oración en secreto no puede ser infructuosa: Su bendición se mostrara en nuestras vidas. Solo en la oración secreta, cuando estamos a solas con Dios, tenemos que confiar nuestras vidas a Él antes que a los hombres; y Él nos recompensará abiertamente; ÉL verá que la respuesta a la oración sea hecha manifiesta en Su bendición sobre nosotros.

La bendición a la oración en secreto, no depende de la fuerza ni del sentimiento ferviente con que oro, sino del amor y del poder del Padre a quien allí le confío mis necesidades.
Estar en lo secreto con el Padre: que esto sea nuestro mayor gozo, estar seguro de que nuestro Padre recompensara abiertamente la oración en secreto, de tal manera de no quedarse sin la bendición: Que esto sea su fuerza día a día. Y que sea nuestra liberta para traer  con la seguridad nuestras peticiones a Dios en nombre de Cristo Jesús.

Andrew Murray 
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domingo, 28 de febrero de 2016

viernes, 26 de febrero de 2016

SERIE "LA ORACIÓN"



EN ESPÍRITU Y EN VERDAD

Juan 4:23-24 “Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adores. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren”.
Esta palabra de Jesús a la mujer samaritana, constituyen el registro de la primera enseñanza de Jesús, en cuanto al tema de la oración. Sus palabras nos dan  un maravilloso reflejo del mundo de la oración. El Padre busca adoradores. Nuestra adoración satisface su afectuoso corazón y es un gozo para Él. Él busca verdaderos adoradores, pero encuentra a muchos que no han pasado por esa escuela. La verdadera adoración es aquella que se realiza en espíritu y en verdad. Jesucristo ha venido para abrir el camino a esta adoración en espíritu y en verdad, y nos la enseña. Y una de nuestras primeras lecciones en la escuela de la oración debe ser entender lo que es orar en espíritu y en verdad, y saber también cómo lograrlo.
En la oración, todo dependerá de nuestra correcta comprensión y de la práctica de la adoración en espíritu y en verdad.
1.    “Dios es Espíritu, y los que le adoran, deben adorarle en espíritu y en verdad”. El primer pensamiento sugerido aquí por el Maestro, es que debe haber armonía entre Dios y sus adoradores, así como Dios es, así deben ser su adoración. El hombre que verdaderamente adorara a Dios, buscara, conociera, poseyera y disfrutara a Dios debe estar en armonía con Él, debe tener la capacidad para recibirle. Porque Dios es Espíritu, debemos adorarle en espíritu. Como Dios es, así es su adorador. ¿Qué significa esto? La mujer le había preguntado a nuestro Señor, si Samaria o Jerusalén era el lugar correcto de adoración. Él le contesta en lo sucesivo, la adoración ya no estará limitada por el espacio ni por el tiempo, sino que en su infinita perfección siempre y en todo lugar es el mismo, así su adoración en lo sucesivo no debiera ser más limitada por el lugar ni por la forma, sino que debe ser espiritual así como Dios es espiritual. ¡Cuánto sufre nuestro cristianismo de esto, es decir, que la adoración esta relegada a ciertos lugares y momentos. Nuestra adoración debe ser en espíritu y en verdad: Su adoración debe ser el espíritu de nuestra vida; nuestra vida debe ser adorar a Dios en espíritu así como Dios es espíritu.
2.    “Dios es Espíritu, y los que le adoran, deben adorarle en espíritu y en verdad”. El segundo pensamiento, es que la adoración en el espíritu debe venir de Dios mismo. Dios es Espíritu: solo Él tiene espíritu para dar. Fue por esto que envió a Su Hijo, para ajustarnos a tal adoración espiritual, al darnos al Espíritu Santo. ÉL vino a bautizar con el Espíritu Santo; el Espíritu Santo no podía ser derramado hasta que Cristo fuera glorificado. Fue cuando ÉL hizo un fin del pecado, y entró a lo más santo de todo con Su sangre, que envió a nuestro favor el Espíritu del Padre. Fue cuando Cristo nos redimió, y nosotros en Él recibimos el derecho de ser hijos, que el Padre envió el Espíritu a nuestro corazones para poder clamar “Abba Padre”. La adoración en espíritu es la adoración del Padre en el Espíritu de Cristo, el Espíritu del Hijo.

La adoración al Padre, solo es posible para aquellos a quienes el Espíritu del Hijo les haya sido dado. La adoración en espíritu solo es posible para aquellos a quienes el Hijo les haya revelado al Padre y quienes han recibido el Espíritu del Hijo. Solo Cristo abre el camino y enseña la adoración en espíritu.
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jueves, 25 de febrero de 2016

LA DIFERENCIA DE SER AFECTADO POR LA PALABRA QUE TRANSFORMADO POR LA PALABRA



"Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana".
Marcos 6:20.

Todos los asuntos que corresponden a la vida cristiana son tan importantes que confundirlos puede llegar a ser un error fatal. Muchos pueden confundir remordimiento con arrepentimiento, miedo con temor o reverencia, ruido con alabanza, palabras bien dichas con predicación, moralismo con santidad, cumplimiento con obediencia, religiosidad con salvación y mucho más. En los asuntos de fe, deberíamos ser tan cuidadosos porque confundir una cosa con otra puede llegar a arruinar nuestra vida y muchas de ellas, arruinar nuestra eternidad.

Entre esas cosas que uno puede llegar a confundir peligrosamente para la destrucción propia, está la que se nos ilustra en la vida de Herodes Tetrarca, quien presenció en sus días los ministerios de Juan Bautista y del Señor Jesús. Según leemos Herodes temía a Juan, sabía además, que este era un hombre justo y santo, llegó a protegerlo pese a que lo dejo en prisión hasta su muerte.  

A Herodes también le gustaba escuchar las enseñanzas de Juan Bautista, y cuando lo hacía quedaba perplejo y lo escuchaba de buena gana. Este hombre se hallaba impresionado por el siervo de Dios y sus palabras causaban gran impacto en su vida. Seguramente si de él hubiese dependido, no hubiese matado al profeta. Pero ¿eran estas señales manifestaciones de un corazón arrepentido y sensible a la voluntad del Señor?  No, lamentablemente no.

Herodes Antipas era un hombre cruel, note la frase: ‘además de todas ellas’ en Lucas 3: 19-20, que nos señalan sus muchos pecados. Se casó con Herodías, esposa de su hermano Felipe. Era un hombre disoluto y sensual, que se dejó seducir por el baile de una jovencita (Marcos 6:22). Más tarde no se opone a la decapitación de Juan y en un evento posterior, tiene al Señor Jesús enfrente y se burla de Él.

Como puede ver, ser impactado por la predicación, gustarle la Palabra, respetar al profeta, intentar preservarlo, no es igual a ser transformado poderosamente por la obra del Espíritu Santo. Pensamos en los muchos individuos que les gusta escuchar las predicaciones, pueden hasta apoyar los predicadores para que sigan su labor, pueden sentirse impactados por el mensaje, no poner resistencia a ciertos mensajes, pero en su corazón no tienen, a pesar de esto, la obra regeneradora, vivificante y santificante de Dios, porque siguen sosteniendo sus pecados, puntos de vista, costumbres, vicios y tendencias pecaminosas. Pueden pasar horas en predicaciones por internet, libros y la iglesia, pero ninguna de ellas ha corrido hasta su conciencia, para la transformación de su vida.

Uno no se puede confundir en esto, el día final revelara definitivamente todas las cosas. Estos individuos, no podrán levantar una defensa basados en el gusto o impacto de las predicaciones, porque no es el que solo escucha o al que le gusta la Palabra de Dios el que hereda el reino celestial, sino que el que hace la voluntad de Dios, habiendo venido en fe y arrepentimiento a Cristo y ahora exhibe una vida nueva.

No se confunda, aquí hay  un tremendo abismo entre ser afectado  por la Palabra y ser transformado, como la diferencia que hubo entre el santo Juan Bautista y el inmoral Herodes Antipas.

Jorge Castañeda
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Señor, enséñanos a orar.




“SEÑOR ENSÉÑANOS A ORAR”

San Lucas 11:1 “Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando termino, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar.”
“Señor enséñanos a orar”. Sí, a orar. Esto es lo que necesitamos que nos enseñen. Aunque en sus comienzos, la oración es tan simple que aun el niño más débil puede orar, al mismo tiempo es la tarea más alta y más santa hacia la cual el hombre puede elevarse. Es la comunión con el Invisible y el más Santo. Los poderes del mundo eterno han sido puestos a su disposición. Es la misma esencia de la religión verdadera, el canal de todas las bendiciones, el secreto  de todo poder y toda vida.

Los discípulos habían estado con Cristo, y lo habían visto orar. Ellos habían empezado a entender algo de la relación entre Su maravillosa vida en público, y Su vida secreta de oración. Habían aprendido a creer en ÉL, como en un Maestro en el arte de la oración –nadie podía orar como Él. Y por eso vinieron a Él con la petición, “Señor Enséñanos a orar”. Y después de años ellos nos dirían que habían algunas pocas cosas que Él les habría enseñado, más maravillosas o bendecidas que sus lecciones sobre la oración.

En la Palabra, podemos ver que Jesucristo está intercediendo en oración por todos sus discípulos, por esos es nuestra necesidad de repetir la misma petición, “Señor enséñanos a orar”. Cuando crecemos en la vida cristiana, el pensamiento y la fe del Maestro amado en su intercesión infalible llegan a ser más preciosos, y la esperanza de ser más como Cristo en su intercesión gana atractivo antes desconocido. Y cuando lo vemos orar, y recordamos que no hay nadie que pueda orar como Él, y nadie que pueda enseñar como Él, sentimos que la petición de los discípulos es justo lo que necesitamos.

Es en la oración que la promesa espera su cumplimiento. Que el reino espera su venida y que la gloria de Dios espera su total revelación. Y para esta obra bendita, cuan perezosos e incapaces somos. Solo el Espíritu Santo de Dios puede capacitarnos para hacerlo correctamente.

Jesús ha abierto una escuela,  en el cual Él mismo entrena a sus redimidos, especialmente a quienes lo desean, para tener poder en la oración. ¿No entraríamos en ella con la petición, ¡Señor, esto es precisamente lo que necesitamos aprender!?

Señor, enséñanos a orar”. Sí, ahora sentimos la necesidad de ser enseñados a orar. Al principio, ninguna obra parece tan simple, pero después, nada es más difícil: Y nuestra confesión es forzada. No sabemos orar como debiéramos.


¿No es justo lo que necesitamos, pedirle al Maestro que nos dé durante un mes, un curso de lecciones especiales sobre el arte de la oración?  Sí, con mucho gozo digamos, aunque seamos ignorantes y débiles, “Señor enséñanos a orar”
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miércoles, 24 de febrero de 2016

Gozandonos en el sufrimiento




 1 Ped 4:13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.

 Debemos gozarnos en las tribulaciones y persecuciones, no por su naturaleza sino por el beneficio que resulta de ello.

 Martyn Loyd-Jones en su libro "Estudios en el Sermón del Monte" hizo la cuidadosa distinción en lo que significa regocijarnos en la persecución. "El cristiano es, en cierto sentido, alguien que debe sentir su corazón roto ante el efecto del pecado en otros que les hace hacer lo que hacen (perseguir a creyentes). Así que él nunca se regocija en el hecho de la persecución como tal" Podemos sacar de esto, entonces, que 1 Ped 4:13 y otros versos (como Mat 5:11-12) mientras éstos animan a la actitud positiva de regocijarnos en los problemas, no quieren decir que debemos tener un punto de vista masoquista o elitista del sufrimiento. El gozo que debemos tener va más allá del dolor del sufrimiento en sí y se enfoca en las ramificaciones de lo que Dios está haciendo en nuestra vida.

 Pedro comienza nuestro verso asegurando que una de esas ramificaciones es disfrutar de la participación de los sufrimientos de Cristo. Eso significa que podemos compartir, en Su nombre, en el mismo tipo de sufrimiento y rechazo que Él soportó. Debemos estar listos para tal persecución cuando compartimos el evangelio o generalmente identificándonos con Él. Los apóstoles aprendieron esta lección justo después de que Jesús se fue "y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por  dignos de padecer afrenta por causa del Nombre" (Hch 5:41) Voluntariamente abrazaremos cada vez más tales sufrimientos como un privilegio si comprendemos la exhortación de Pedro.

 El apóstol continúa dándonos más motivación de regocijo "la revelación de Su gloria" es una referencia a la segunda venida de Jesús, la cual en sí misma debe traer un gozo tremendo a todos los creyentes. Si fielmente hemos soportado todas las persecuciones, sufrimientos, pruebas y problemas de esta vida, cuando nuestro Señor regrese tendremos una razón genuina de regocijarnos aún más. Y será una intensa y gloriosa explosión que excede a cualquiera que hubiéramos experimentado antes (ver Lucas 6:22-23).

 Por John MacArthur

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