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jueves, 25 de febrero de 2016

LA DIFERENCIA DE SER AFECTADO POR LA PALABRA QUE TRANSFORMADO POR LA PALABRA



"Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana".
Marcos 6:20.

Todos los asuntos que corresponden a la vida cristiana son tan importantes que confundirlos puede llegar a ser un error fatal. Muchos pueden confundir remordimiento con arrepentimiento, miedo con temor o reverencia, ruido con alabanza, palabras bien dichas con predicación, moralismo con santidad, cumplimiento con obediencia, religiosidad con salvación y mucho más. En los asuntos de fe, deberíamos ser tan cuidadosos porque confundir una cosa con otra puede llegar a arruinar nuestra vida y muchas de ellas, arruinar nuestra eternidad.

Entre esas cosas que uno puede llegar a confundir peligrosamente para la destrucción propia, está la que se nos ilustra en la vida de Herodes Tetrarca, quien presenció en sus días los ministerios de Juan Bautista y del Señor Jesús. Según leemos Herodes temía a Juan, sabía además, que este era un hombre justo y santo, llegó a protegerlo pese a que lo dejo en prisión hasta su muerte.  

A Herodes también le gustaba escuchar las enseñanzas de Juan Bautista, y cuando lo hacía quedaba perplejo y lo escuchaba de buena gana. Este hombre se hallaba impresionado por el siervo de Dios y sus palabras causaban gran impacto en su vida. Seguramente si de él hubiese dependido, no hubiese matado al profeta. Pero ¿eran estas señales manifestaciones de un corazón arrepentido y sensible a la voluntad del Señor?  No, lamentablemente no.

Herodes Antipas era un hombre cruel, note la frase: ‘además de todas ellas’ en Lucas 3: 19-20, que nos señalan sus muchos pecados. Se casó con Herodías, esposa de su hermano Felipe. Era un hombre disoluto y sensual, que se dejó seducir por el baile de una jovencita (Marcos 6:22). Más tarde no se opone a la decapitación de Juan y en un evento posterior, tiene al Señor Jesús enfrente y se burla de Él.

Como puede ver, ser impactado por la predicación, gustarle la Palabra, respetar al profeta, intentar preservarlo, no es igual a ser transformado poderosamente por la obra del Espíritu Santo. Pensamos en los muchos individuos que les gusta escuchar las predicaciones, pueden hasta apoyar los predicadores para que sigan su labor, pueden sentirse impactados por el mensaje, no poner resistencia a ciertos mensajes, pero en su corazón no tienen, a pesar de esto, la obra regeneradora, vivificante y santificante de Dios, porque siguen sosteniendo sus pecados, puntos de vista, costumbres, vicios y tendencias pecaminosas. Pueden pasar horas en predicaciones por internet, libros y la iglesia, pero ninguna de ellas ha corrido hasta su conciencia, para la transformación de su vida.

Uno no se puede confundir en esto, el día final revelara definitivamente todas las cosas. Estos individuos, no podrán levantar una defensa basados en el gusto o impacto de las predicaciones, porque no es el que solo escucha o al que le gusta la Palabra de Dios el que hereda el reino celestial, sino que el que hace la voluntad de Dios, habiendo venido en fe y arrepentimiento a Cristo y ahora exhibe una vida nueva.

No se confunda, aquí hay  un tremendo abismo entre ser afectado  por la Palabra y ser transformado, como la diferencia que hubo entre el santo Juan Bautista y el inmoral Herodes Antipas.

Jorge Castañeda
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